DE LA MUERTE, ESA PUERTA


Una esperanza cierta
Que siempre llega
Un sueño inverosímil
Que nadie sueña
Pero que todos alcanzan

DE LA CIUDAD, ESE SUEÑO

El ruido de los carros
/los perros que gritan sin sentido/
las campanas de la iglesia
a diestra y siniestra
/los niños que ladran sin sentido/
los gritos de la gente
las aves citadinas que no callan
las luces fulgurantes
que hieren a retazos
la oscuridad de la noche
/la gente que calla sin sentido/


Esta tarde el silencio es insoportable