De las caricias, las puertas de lo inverosímil


Si descubriera en un instante
El misterio profundo de tus ojos
No hallaría en tu mirada
Ese sabor eterno
No encontraría en tus besos
Esa temible forma incorpórea
Ese preámbulo del abrazo
Que conduce inexorablemente a la entrega
Ni estaría preso del encanto
De ir descubriendo lentamente
Los códigos herméticos
Que dejas inscritos en mi piel.

DE LA CIUDAD, ESE SUEÑO

El ruido de los carros
/  Los perros que gritan sin sentido /
Las campanas de la iglesia
A diestra y siniestra
/ Los niños que ladran sin sentido /
Los gritos de la gente
Las aves citadinas que no callan
Las luces fulgurantes
Que hieren a retazos
La oscuridad de la noche.
/ La gente que calla sin sentido /
Esta tarde el silencio es insoportable.

DE LAS SOMBRAS, ESE TRANSPASO


Algo se mueve entre sombras,
Una ráfaga de viento tal ves.
O mejor una ráfaga de cuerpo,
De mujer desnuda que se descuidó
Y dejó su sombra impregnada en la pared,
Un suspiro o un susurro.

No es mi sombra de seguro
Porque la deje encerrada en los recuerdos
Pero algo se mueve en mi pared
Sin embargo y para estar seguros
Quito mi dedo del gatillo
No sea la muerte buscándome
En el barullo de mi refugio. 

DEL ALEPH, ESE MISTERIO


Quiero mostrarte la cábala de mis sueños
El misterio insondable de la efímera presencia
Que se escapa sutilmente entre palabras.

No quiero mirarme al espejo y entender al fin
Los diez mil universos presentes en mi cuarto.

Quiero que mires por la sombra de mis recuerdos
Y encuentres en la biblioteca universal de mi pasado
Una definición en letras libres de mi locura.

Porque desde el génesis hasta el kamasutra,
Porque desde Homero hasta Whitman
Me he convertido en un retazo del tiempo
Encerrado en el entretejido laberinto de una mirada,
De una flor, de un canto, de un poema,
De una sonrisa de una mirada de una entrega.

Quiero que mires por el caleidoscopio que te estoy dando
Para que encuentres el aleph que te tortura